Da a entender que se tiene por expresada nuestra voluntad afirmativamente, cuando no lo contradecimos con la oportunidad debida.

Academia y Quijote: «Quien canta, sus males espanta». Denota que para alejar las penas, es conveniente divertirse.

Academia y Quijote: «Quien canta, sus males espanta». En­seña que para alejar las penas es conveniente divertirse.

Academia dice: «Al que de ajeno se viste, en la calle le desnudan». Expresa que cuando usamos cosas que no nos pertenecen, estamos expuestos a ser despojados de ellas en cualquier parte.

Academia dice: «Quien con lobos anda, a aullar aprende». Demuestra cuánto pueden en uno las compañías. Son parientes suyos: «No con quien naces, sino con quien paces» y «Dime con quien andas, y te diré quien eres».

Academia dice: «Quien con niño se acuesta, cagado amanece», que también se usa aquí.

Denota los inconvenientes que suelen presentarse casi siempre que mezclamos en nuestros asuntos a los niños u hombres aniñados. Academia dice: «Quien con niño se acuesta, cagado amanece», que también se usa aquí.«»

Academia y Quijote dan: «Quien yerra y se enmienda, a Dios se encomienda», que tiene alguna conexión. Es hermano por ambas sábanas del siguiente: «El que no niega sus pecados merece ser perdonado».

Traduce lo común que es perder los servicios prestados a personas que no se conocen bien, sobre todo cuando dichos servicios se hacen movidos de algún interés.

Úsase para advertir a los morosos, en forma familiar, que es menester cubrir las deudas.

¡Óiganlo los descontentadizos! Véase: «Quien no agarra... etc.»

Academia igual, eso sí, que lo califica de frase proverbial.

Academia dice: «Quien dice lo que no debe, o no quiere, oye lo que no quiere». Nos reprende cuando damos libre e inescrupuloso curso a nuestra lengua. Hermano carnal suyo es: «Palabras sacan palabras».

Más se usa en igual sentido: «Quien dice lo que quiere, oye lo que no quiere».

Denota lo pernicioso que es para la salud sentarse sobre piedras.

No sabemos hasta qué punto sea verdad lo que dice este refrán.

Nos advierte que las personas que se dan por aludidas de un hecho, sin que se les inculpe, suelen a menudo ser los culpables. Academia: «Quien ha la hecha, ha, o tiene, la sospecha».