Aunque la Academia lo califica de frase, nos­otros, con Coll i Vehí, lo damos como refrán. En el Quijote apa­rece varias veces. Su análogo es: «Predicar en desierto». Deno­tan que a veces suele ser inútil el esfuerzo para conseguir algún fin.

Quijote y Academia dicen: «Mal ajeno, de pelo cuelga». En­seña que, como es natural, los males o dolores ajenos nos afec­tan menos que los propios.

Reprocha a los inadvertidos para con sus negocios.

Muchos lo usan para negar que se sienten consolados por haber afectado a varios el mal; pero ya está ad­mitido por la experiencia que, sin ser leso, ni cosa parecida, uno se alegra cuando hay quien le haga compañía en la desgracia. Somos tan sociables, que hasta en la desgracia buscamos a nues­tros semejantes...

Muchos lo usan para negar que se sienten consolados por haber afectado a varios el mal; pero ya está ad­mitido por la experiencia que, sin ser leso, ni cosa parecida, uno se alegra cuando hay quien le haga compañía en la desgracia. Somos tan sociables, que hasta en la desgracia buscamos a nues­tros semejantes...

Refrán que empleamos para denotar la confianza en la Providencia.

Refrán que traduce la inconveniencia de que las mujeres se casen con hombres jóvenes.

Con que los pobres ponderan la maldad de los ricos.

La práctica ha corroborado esto.

Véase: «Cábula quiere la guerra».