Frase proverbial usada por vía de maldición, en recuerdo de D. Antonio de Luna, que asesinó al arzobispo de Zaragoza en los disturbios promovidos por el conde de Urgel.

Hacer una cosa de muy buena voluntad.

Cuenta la fábula que cierto día en que acertaron a sestear en una posada la zorra y el mochuelo, como le entrasen a éste ganas de dormir, le dijo aquélla que podía hacerlo con toda tranquilidad, pues ella se encargaba de guardarle el sueño. Durmióse, en efecto, el mochuelo, si bien algo receloso, cerrando tan sólo el ojo del lado contrario al en que se hallaba situada la zorra. Al dar ésta unas cuantas vueltas en torno de su compañero de cuarto y notar que cada vez que pasaba de un lado a otro abría el mochuelo el ojo que antes tenía cerrado, no pudo menos de significarle su extrañeza, a lo que le contestó el avechucho con las palabras del refrán susodicho.

Acabado de comer.

Da a entender el término de una cosa, como tarea, conversación, etc. Suele emplearse en sentido familiar por el que está próximo a despedirse para marcharse.

Da a entender el término de una cosa, como tarea, conversación, etc. — Suele emplearse en sentido familiar por el que está próximo a despedirse para marcharse.

Estar suspenso, admirado o embobado de resultas de lo que se oye o se ve.

Hallarse preparado para una cosa, aunque no se trate de pelear.

A los pródigos no les faltan nunca amigos, aunque sólo sea por agradecimiento.

Manifiesta que la verdadera amistad no debe reparar en pequeñeces.

Contra el que abusa de otro en achaque de intereses, prevalido de los fueros de la amistad.

Expresa que a las personas extrañas se les deben atenciones que no es preciso guardar con los que son de la familia o muy íntimos.

Expresión que, además de significar el ser un hombre barbudo, se usa para reprender o vituperar a aquel que, siendo ya algo entrado en años, ejecuta alguna acción propia de niños o de jóvenes.

Manera de animarse para continuar cualquier trabajo emprendido.

Enseña a no fiarse de los amigos, pues muchos se aprovechan de la confianza para traicionar al que, cándidamente, confía en ellos.

Frase con que damos a entender el poco aprecio que hacemos de la opinión del vulgo, importándonos tan sólo la aquiescencia de la persona a quien nos dirigimos.

Indica que cuando es verdadero el pesar de haber hecho alguna cosa, no es difícil alcanzar el perdón de la falta.

Aplícase al individuo joven que se casa con persona de edad avanzada, en la esperanza de que, no tardando ésta en morirse, podrá casarse luego con otra cuya edad sea más proporcionada a la suya.