De las fazañas de este sujeto, natural de Lucena (Córdoba), trataron larga y exageradamente algunos pliegos de cordel, cinco de los cuales recogió en su Romancero don Agustín Durán (Biblioteca de Rivadeneyra, tomo XVI, págs. 367 y siguientes). El primero de estos romances, en que se supone que habla el mismo valentón, comienza sísmicamente: «Tiemble de mi nombre el mundo / y estremézcanse los vientos...».