Los pescadores asturianos llaman aguaza —dice Saralegui en su Refranero español náutico y meteorológico (1917)— «a ciertas manchas de aguas y verdosas, en las que tienen ocasión de saciar su voracidad las sardinas. Por eso tras los peces que se atracan o aproximan a tales manchas, se atracan también los pescadores para hacer su agosto».